El acebuche es el antepasado del olivo actual, aunque hay varias discrepancias al respecto. Lo que sí está claro es que es el familiar silvestre de nuestro árbol predilecto y que lleva miles de años en nuestra sierra.
Se cría en casi cualquier emplazamiento, pues es extremadamente resistente a la sequía y a las enfermedades, aunque no tanto a las temperaturas bajas. Suele compartir espacio con lentiscos o jaras, buscando siempre expandirse para superar a la competencia vegetal. En Villanueva del Arzobispo está muy presente en las zonas de matorral y en las linde de monte con cultivo de olivar.
Esta especie tiene generalmente forma de arbusto, siendo más pequeño que un olivo adulto. Su aspecto es más frondoso y ostenta un color más intenso. En ocasiones, puede tener forma de árbol, siendo entonces realmente difícil de diferenciar de su familiar. Aunque se distingue claramente viendo su fruto, la acebuchina.
Las acebuchinas son aceitunas de un tamaño diminuto, de un color que va desde el temprano verde, pasando por rojo hasta negro, en un ciclo de maduración similar a la aceituna picual convencional. Su aceite es igualmente exquisito, aunque su pequeño tamaño, la dificultad que entraña su recolección, su poca producción y su bajo rendimiento hacen prácticamente inviable trabajarlo.
