En el año 964, en el cercano reino de Iznatoraf, los cristianos, bajo la dominación musulmana, veneraban una imagen de Nuestra Señora la Virgen María, devoción sembrada por el varón apostólico San Isicio.
La reina mora es descubierta por su marido, el rey Alimenón, cuando trata de ser instruida en la fe cristiana. Es desterrada y, a pocas leguas de la citada ciudad, le son cortadas las manos y sacados los ojos, siendo abandonada a su triste suerte.
En aquel momento, la reina invoca a la Señora de los cristianos y escucha el rumor de una fuente. Impulsada interiormente por una voz, mete sus brazos mutilados y recupera las manos recobrando asimismo los ojos y viendo a la Virgen María. Desde entonces hasta nuestros días muchas son las gracias recibidas a todos aquellos que con fe y amor se acercan hasta este lugar.
Ante el milagro, el rey Alimenón se convierte y manda edificar el Santuario – fortaleza, donde se entroniza a la imagen de Nuestra Señora, llamada desde entonces de la Fuensanta. Aún se conserva en su estado original tanto estructura como elementos decorativos en piedra y azulejos. Y en la actualidad sobre esta fuente se sitúa el altar donde se celebra la eucaristía.
La devoción y el amor a la Virgen de la Fuente – Santa se irá extendiendo por todos los rincones del Adelantamiento de Cazorla y del Santo Reino de Jaén, llegando a alcanzar un auge considerable en el siglo XIII. Prueba de ello es la Bula Vite et usque emitida en Viterbo por el papa Nicolás IV el 3 de Mayo de 1291, concediendo un año y cuarenta días de indulgencia a quien visite este santuario; y otro testimonio importante es la Cantiga dedicada por el rey Alfonso X el Sabio, magnificando el milagro.
El 29 de septiembre de 1956, como agradecimiento por todas las gracias concedidas a lo largo de más de diez siglos en este lugar santo, la Virgen de la Fuensanta fue coronada por derecho pontificio y proclamada patrona de toda la comarca de Las Villas, siendo a su vez nombrada como Reina del Olivar. El oro y la plata fue una ofrenda del pueblo fiel, y que porta cada día 8 y 29 de septiembre, su peso es de 7kg y fue realizada en los talleres del orfebre Valenciano S. José David. Desde el 21 de septiembre de 2017, el Santuario y el amor a la Virgen es custodiado y propagado por el clero diocesano. A lo largo de muchos siglos de historia ofrecieron generosamente esta labor: el clero diocesano, los religiosos Carmelitas, Basilios y Trinitarios. San Juan de la Cruz y los beatos trinitarios mártires del s. XX, PP Mariano de San José y José de Jesús María; y el trabajo anónimo de muchos devotos laicos, religiosos y sacerdotes han dado olor de santidad y espiritualidad a las piedras de este lugar.